La tradicional novena religiosa, una ofrenda floral y una feria de toros bajo su protección exaltarán, a partir de mañana en Valladolid, la figura del monje franciscano Pedro Regalado (1390-1456).
Los profesionales taurinos no dejaron pasar por alto uno de los milagros que se le atribuyen a Pedro Regalado, alcanzado en las inmediaciones del cenobio franciscano de El Abrojo, situado en Laguna de Duero (Valladolid), donde amansó un toro desmandado que humilla la testuz y los cuartos delanteros ante su egregia figura.
Esa imagen es la más frecuente y conocida dentro de la iconografía del santo, que también han contribuido a difundir las esculturas de plata con que el Ayuntamiento de Valladolid, desde hace más de medio siglo, premia anualmente las mejores actuaciones de la tradicional y centenaria feria de septiembre.
Al santo le cumple también el honor de abrir cada año la temporada taurina en la ciudad de Valladolid con una corrida de toros que forma parte de una feria chica a él encomendada.
Falleció en La Aguilera (Burgos) y allí fue enterrado el cuerpo de quien fue canonizado en 1746 por Benedicto XIV y desde entonces declarado patrón de la ciudad y de la Archidiócesis, a quien el Ayuntamiento de Valladolid dedicó una calle en el siglo XIX.
La cofradía que lleva su nombre acaba de cumplir tres siglos de vida desde su fundación en 1710, en principio como congregación de ánimas pobres del cementerio de la parroquia de El Salvador y, seis años después, ya que seis años después se unió a la de Nuestra Señora del Refugio para impetrar por las almas de quienes morían sin confesión.
La novena comenzará mañana en la parroquia de El Salvador y concluirá nueve días después, justo el 13 de mayo, festividad del patrón, cuando se celebrará una ofrenda floral, una misa con la corporación municipal en pleno y el nombramiento como cofrade de honor al Ayuntamiento en la persona de su actual alcalde, Francisco Javier León de la Riva.
Un día después, el 14 de mayo, serán clausurados los actos del tercer centenario de la cofradía con una misa y peregrinación al lecho de muerte de San Pedro Regalado, en el monasterio de la Vid, situado en La Aguilera (Burgos).
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